Carta a los docentes de Fe y Alegría Argentina

 

Queridos docentes de Fe y Alegría Argentina

 

De mi consideración:

Hoy celebramos en Argentina el “Día del Maestro”; pero en esta oportunidad, no quisiera simplemente felicitarlos como un simple gesto de cortesía. En este tiempo tan difícil para nuestro país, en una sociedad resquebrajada en sus vínculos de unidad, junto con el saludo pertinente, quisiera invitarlos a celebrar desde la reflexión sobre el mensaje de que educar puede ser también un acto de fortaleza (resistencia) y esperanza. Y todos Uds., como docentes de Fe y Alegría, son testigos de que ambas virtudes se construyen día a día, aun en medio de las adversidades.

Como todos los años, en septiembre, impulsamos como Movimiento nuestra campaña “Poné tu corazón por la educación”. Este mensaje que divulgamos a nivel nacional expresa la esencia de nuestra misión ignaciana: poner lo mejor de nosotros mismos al servicio de los demás, especialmente de quienes más lo necesitan.

Poner el corazón, en el caso de Uds., es elegir vivir la docencia como vocación, como un modo de ser discípulos de Jesús en el mundo, encarnando la invitación de San Ignacio a “en todo amar y servir”. El P. José María Vélaz sj nos recordaba que “Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto…”. Ustedes son quienes, con coraje y entrega, hacen que esa esperanza vuelva a brotar convertida en verdaderas oportunidades para nuestros alumnos.

Desde su hacer profesional no solo transmiten conocimientos: forman personas libres, responsables, comprometidas con su prójimo, capaces de transformar la sociedad desde la justicia y la fraternidad. Confiamos en esa transformación personal y comunitaria. Esa esperanza, para nosotros, no es un optimismo superficial: es fe encarnada en la historia; fe que se juega en lo concreto, en el aula, en cada espacio educativo, en la escucha y en el cuidado a un niño.

La misión que compartimos no nos permite la mediocridad ni la resignación. Necesitamos que cada maestro y maestra de Fe y Alegría se atreva a poner el corazón entero en su tarea, con pasión, aun cuando cueste, aun cuando falten recursos, aun cuando parezca más fácil bajar los brazos. Porque en esa entrega es donde nuestra vocación se vuelve signo del Reino.

“Poné tu corazón por la educación” no es un lema pasajero: es un llamado a vivir con radicalidad nuestra misión educativa. Es una invitación a renovar nuestra identidad como educadores ignacianos, comprometidos con la justicia, con la fe y con la transformación social.

Queridos docentes, gracias por lo que hacen y por lo que son. Que la Santísima Virgen María, Maestra humilde y fiel, los acompañe siempre; que el Espíritu Santo los fortalezca en la tarea para que juntos sigamos soñando y construyendo un país más justo.

Con gratitud, los saludo en este día.
Cordialmente,

 

Fernando Anderlic

Director Nacional

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