Mi nombre es Daniel Tkachuk, tengo 51 años y soy profesor de computación en el Instituto Primario para Adolescentes y Adultos de Fe y Alegría, en el barrio Ongay, Corrientes. Además de enseñar, soy corredor, y en ese camino encontré una forma de vivir que me acompaña dentro y fuera del aula.
En 2012 corrí mi primera carrera, organizada por una Universidad en la que trabajo. Fueron mis estudiantes quienes me animaron a sumarme. Desde entonces, descubrí esa pasión. Correr me hace sentir vivo. Más allá de los problemas que pueda tener, me olvido de todo y me siento bien. Es como lo que le pasa a un estudiante que llega al aula diciendo: “profe, llegué acá y ya no me duele la cabeza”… Bueno, cuando yo corro me pasa lo mismo: me olvido del mundo. Y cuando me preparo para una carrera, no importa si llueve, hace frío o calor: salgo.
Hace unos años, charlando con colegas de Fe y Alegría, donde doy clases, se me ocurrió que en cada carrera podía llevar la bandera de Fe y Alegría, para visibilizar la misión. Terminaba de correr, extendía la bandera y luego la gente me preguntaba qué era Fe y Alegría. Empecé a sentir que cada carrera ya no era solo para mí, sino también para llevar conmigo la bandera de la educación. La primera vez que la llevé fue en Misiones, en el Salto del Tapir, en 2021. Y desde ahí, cada vez que puedo, esa bandera roja viaja conmigo: en las calles de Corrientes, en las montañas de Salta y Jujuy, en las Salinas Grandes. Es un mensaje. Mis estudiantes corren conmigo en cada kilómetro, con sus sueños y sus luchas en mi corazón. Y apoyar la educación es apoyarlos a ellos, para que puedan transformar sus vidas.
En el aula, mi desafío como profe es otro: enseño informática a estudiantes muy diversos, de 16 a 60 años, algunos recién alfabetizados que cursan el primario. Llegan con muchos miedos, entre ellos tocar un teclado, apretar una tecla… Por eso busco que aprendan jugando: con programas de ovejitas que saltan, con dibujos en lugar de palabras, con el simple desafío de usar el mouse como si fuera un juego. Y cuando se animan, ya están escribiendo, riendo, descubriendo un mundo nuevo.
Como profe hay historias que me marcaron. Como Candela, que con su parálisis cerebral y sus dificultades motrices me obligó a reinventar la manera de enseñar, usando programas de reconocimiento de voz. O Alexis, que pedía jugar o escuchar música y que ya no está con nosotros. Él me enseñó que el aula no es solo para aprender contenidos, sino también para recuperar derechos: el derecho al juego, a la alegría, al encuentro.
Muchos de mis estudiantes son adultos que vivieron toda una vida encerrados. Recuerdo a una mujer a la que de niña su padre no le permitió ir a la escuela, y luego su esposo tampoco la dejaba salir. Estuvo presa en su propia casa durante décadas. Llegar a Fe y Alegría fue para ella conocer otra gente, socializar, descubrir la costanera de Corrientes que está a sólo veinte minutos y que nunca había pisado. Ahí entendí que la educación no solo abre puertas al conocimiento, sino también a la vida.
Como corredor aprendí que en cada carrera aparecen dificultades: cansancio, sed, dolores, problemas que hay que resolver en el momento. La vida misma. Hay que solucionarlo y seguir. Una vez escuché a Magdalena Ruiz Guiñazú en la radio decir una frase que me la tatué y me acompaña siempre: “Que la muerte me encuentre vivo”. Y estar vivo, para mí, es eso: correr, enseñar, soñar, no abandonar.
El horizonte es mi meta. No corro para ganarle al otro. El desafío es conmigo. En la docencia trato de transmitir lo mismo: que no se queden con los miedos, que lo intenten. Aunque no siempre se logre el objetivo, el intento ya es un paso enorme.
Mientras pueda, seguiré corriendo con la bandera de Fe y Alegría. Porque mi sueño como corredor y mi misión como profe se encuentran en el mismo lugar: hacer visible que la educación transforma vidas.
Desde 1998 ya son 371 los jóvenes y adultos que pudieron terminar el nivel primario en Fe y Alegría Corrientes. En el predio también funcionan un nivel inicial, un primario, un secundario y un Instituto Profesional, para más de 800 niños/as jóvenes y personas adultas, sin arancel.
Daniel, sus colegas y estudiantes se suman a la campaña Poné tu corazón por la educación.
Igual que en una maratón, cuando todos corremos juntos ¡nos motivamos y llegamos más lejos!
Te invitamos a vos también a ser parte. Entrá en www.ponetucorazonporlaeducacion.ar y sumá tu donación. Tu apoyo es el impulso que necesitan miles de niñas, niños, jóvenes y adultos para que puedan cruzar su propia meta y transformar su vida.
Fe y Alegría Argentina
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