Boletín Agosto 2025
Docentes en contextos vulnerables: sostener el futuro desde el aula
Por Fernando Anderlic
En los márgenes urbanos, en las periferias invisibilizadas, en las zonas rurales donde el Estado llega a cuentagotas, hay docentes que se levantan cada día a sostener no solo una clase, sino una promesa de futuro. Una posibilidad de ser. Un vínculo con el derecho a imaginar otra vida. Y en muchas ocasiones, ese acto cotidiano de resistencia ocurre en condiciones tan adversas que lo extraordinario se vuelve rutina.
Quienes formamos parte de Fe y Alegría lo vemos todos los días. En nuestras escuelas —como en muchas otras del país— las aulas no son solo espacios de aprendizaje, sino trincheras de dignidad. El docente no es solo quien enseña, sino quien contiene, acompaña, orienta, media, traduce, protege y escucha. Sin embargo, ese esfuerzo inmenso rara vez es reconocido, ni en términos simbólicos ni materiales. La pregunta, entonces, no es solo cómo sostenemos a nuestros estudiantes. La pregunta urgente es: ¿quién sostiene a quienes sostienen?
Contexto y cifras
Los números hablan. Según Argentinos por la Educación (2023), en los sectores de mayor vulnerabilidad socioeconómica, más del 50% de los estudiantes no finaliza la escuela secundaria. En paralelo, el informe Radiografía del Ausentismo Escolar (2022) muestra que el 41% de las escuelas que atienden a las poblaciones más pobres tienen dificultades crónicas para garantizar la asistencia regular. Estas estadísticas no son solo indicadores: son rostros concretos de niños y jóvenes para quienes el derecho a la educación se vuelve, muchas veces, un privilegio esquivo.
Detrás de cada intento de garantizar ese derecho, hay un docente (en su mayoría mujeres) que enseña con hambre, con frío, con chicos sin zapatillas, con violencia intrafamiliar como telón de fondo, con trayectorias educativas fragmentadas y necesidades múltiples que exceden por completo la función para la cual fueron formadas.
Voces expertas
Guillermina Tiramonti explica que los docentes en contextos de pobreza enseñan bajo una presión emocional altísima, donde muchas veces no cuentan con formación específica para lo que enfrentan; se les pide que sean psicólogos, asistentes sociales, mediadores y que además enseñen contenidos. La demanda es múltiple y la soledad, estructural.
Mariano Narodowski señala que la desigualdad educativa se expresa tanto en los resultados como en las condiciones materiales y simbólicas de los docentes, advirtiendo que la escuela no puede hacerlo todo, y que es injusto exigirles resolver problemas sociales de fondo sin herramientas ni acompañamiento. Estas voces convergen en una misma idea: el problema no es solo la precariedad, sino el abandono pedagógico, político y emocional del rol docente.
Necesidades y acompañamiento docente
Ante esta complejidad, los docentes en contextos vulnerables necesitan:
- Acompañamiento real y recursos específicos
- Tiempo para pensar la práctica y espacios para compartir experiencias
- Formación situada, equipos interdisciplinarios y protocolos claros frente a violencia
- Acceso a salud mental y referentes institucionales estables
- Políticas educativas que los fortalezcan y no los traten como héroes individuales
- Revisión de lógicas escolares: horarios flexibles, proyectos contextualizados y modelos de enseñanza cultural y territorialmente integrados
No se puede enseñar igual en una escuela urbana del centro que en una comunidad wichí del Chaco o en un asentamiento del conurbano bonaerense. La homogeneidad en el enfoque es, muchas veces, otra forma de injusticia.
Formación situada y comunidades de práctica
Formar a un docente para enseñar en condiciones de vulnerabilidad implica ir más allá del contenido disciplinar. Se necesitan herramientas para leer el contexto, mediar en conflictos, trabajar con familias, articular en redes y construir vínculos de confianza. En Fe y Alegría promovemos la formación continua, situada y en servicio, articulada con la realidad concreta del aula. Creemos en las comunidades de práctica, acompañamientos entre pares y dispositivos de reflexión pedagógica colectiva.
Evaluación justa y reconocimiento
Es hora de evaluar, reconocer y recompensar con justicia a los docentes que logran un trabajo significativo, especialmente en contextos complejos. Hoy, el sistema educativo argentino asocia el progreso salarial exclusivamente con la antigüedad, una lógica que desincentiva la innovación y visibiliza poco el esfuerzo real.
La evaluación docente debe ser formativa, contextualizada y vinculada a procesos de mejora profesional. Permite identificar fortalezas, necesidades de formación y distinguir a quienes logran un impacto real en inclusión, aprendizaje y permanencia escolar. Modelos comparados en Chile, Uruguay, Portugal y Finlandia muestran cómo vincular carrera docente a desempeño, innovación y trabajo en equipo.
Acompañamiento integral y equidad
En estos contextos, el acompañamiento significa “estar presente”: formar, escuchar, sostener y aprender con los docentes. Es crear condiciones para que enseñar “no duela”, para que el aula no sea un lugar de desgaste y para que el compromiso no se transforme en agotamiento.
Desde Fe y Alegría promovemos:
- Supervisión pedagógica con sentido formativo
- Espacios de reflexión docente
- Redes de apoyo emocional y comunitario
- Presencia institucional permanente
Los docentes que trabajan en los escenarios más difíciles no son mártires ni héroes solitarios. Son profesionales que necesitan herramientas, acompañamiento y reconocimiento. Son sembradores de futuro en tierra “endurecida”; y si queremos que sigan sembrando, no podemos dejarlos solos.
#EDUCAMOSPARATRANSFORMAR