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Lo importante: que el niño venga a la escuela

La señora entrega la lista a la joven de la librería y pregunta cuánto cuesta. Al rato la joven regresa y devuelve la lista con el monto. La señora mira la cifra y dice bajito: “¡Imposible! No podrá ir a la escuela”. La historia es real. Y la lista sólo tenía lo básico: cuadernos, lápices y alguna otra cosa. Nada de morral y uniforme. ¿El hijo de la señora entrará en la lista de los excluidos del sistema escolar?

 

Esta columna podría haberla titulada “Carta a mis compañeros maestros y directores”, porque lo que quiero subrayar es qué es lo importante. Lo que nos debe interesar es que los niños y las niñas vengan a la escuela, que el aula se llene, y que vengan con lo que puedan, con lo que tengan: el cuaderno que quedó del año pasado que aún le quedan hojas, ese lápiz que ya va por la mitad, la franela del hermano que resulta un poco grande, los zapatos de goma de cualquier color, lo que resta de la cajita de colores… Lo importante es su cabecita, su corazón y sus manos, su capacidad para admirarse y sus ocurrencias.

Claro, centrarse en lo importante supone una actitud distinta de nosotros los educadores, que existimos porque hay niños y niñas  tienen el derecho a la educación y nosotros hemos elegido hacer de los estudiantes nuestro centro. De nuestro lado, lo importante es que comprendamos que la situación país, que a nosotros nos afecta y que  también les afecta a las familias de los niños y niñas que atendemos. ¿Y si esa lista que hemos pedido en junio o julio la tuviéramos que pagar nosotros? ¿Hemos visto como entre julio y septiembre se han elevado los precios de los útiles? ¿Comprendemos que además de cuadernos, los padres deben ingeniárselas para los uniformes, los zapatos, el pasaje, si no viven tan cerca de la escuela….? No hablemos de la merienda.

 

Además de comprender la situación de las familias, debemos pensar en los que más nos necesitan, porque es posible que algunos puedan cubrir los costos de  la lista, y ello puede hacer sentir mal a los que no podrán. Todos deben  saberse y sentirse incluidos en el aula. No se trata sólo de flexibilizar las normas – uniforme, calzado de tal o cual manera – se trata de propiciar la comprensión entre los alumnos, que nadie sea discriminado por ni cargar la franela acostumbrada o  no traiga la hoja que hemos pedido. Se trata de poner a funcionar nuestro cerebro creativo para reinventar nuestras estrategias. Es un reto, pero puede suponer una aventura pedagógica que nos atrape. Supone que las reuniones de maestros tratemos el asunto y hagamos equipos para ayudarnos mutuamente a resolver las carencias.

 

No podemos olvidar a los padres y madres, la debes estar pasando muy  mal  por no poder comprar esa lista que contiene útiles que  no siempre son tan útiles. Como dicen los amigos de CECODAP,  no culpabilicemos a los padres. Y yo añado, ellos no son responsables de la inflación ni de las inadecuadas políticas económicas. Más aún, estoy segura que más de un grupo se  organizará para hacer alguna compra en común para garantizar algunas cosas que realmente son necesarias, para ayudarse entre ellos. Cooperemos con las familias. Están de nuestro lado.

 

Lo anterior no quita que se deje de insistir en la responsabilidad del Estado en la garantía del Derecho a al Educación. Estar vigilantes si de verdad aparecen los 7 millones de morrales de los que ha hablado el Ministro; estar pendientes del PAE (Programa de Alimentación Escolar), el cual, según declaraciones del Ministro, llegará este año a 15.000 de los 26.000 centros educativos existentes. También para esto hay que involucrar a los padres hasta donde sea posible, porque les recuerdo que las inasistencias mayores  el año escolar  pasado fueron por falta de alimento en las casas.

 

En fin: lo importante es que los educadores pongamos nuestras mejor sonrisa y la regalemos a los niños, y  que  nuestros brazos a hagan su principal tarea: abrazar a nuestros alumnos.

 

¿No creen ustedes que eso es lo relevante? Ah, de paso, las sonrisas y los abrazos son gratis.

Por Luisa Pernalete

21 de septiembre de 2017

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