Yralis Pinto |Responsable de Espiritualidad Fe y Alegría
El día 19 de octubre, nuestra Iglesia, a través del Papa León XIV, hace público el reconocimiento a la vida de fe de Carmen Rendiles y José Gregorio Hernández, expresada en santidad, entrega, servicio a Dios y a la gente. Esta celebración es una bendición especialísima para cada venezolano y para todos como país… Es una renovación en la esperanza, un sacudón del Espíritu que nos ayuda a ver que siempre es posible que el ser humano ordene toda su vida según la voluntad de Dios y que en ello encuentre su realización plena. En eso consistió el camino de santidad que recorrieron esta mujer y este hombre de nuestro pueblo.
La idea generalizada que se tiene acerca de un santo es que se trata de alguien que no tuvo pecados, que no cometió errores, que posee poderes extraordinarios; una imagen de alguien con voz bajita, paso lento y hasta ajeno a la realidad porque vive con su mirada en lo celestial… una humanidad pasiva.
Jesús nos dice en el Evangelio: «Sean santos como su Padre es santo», «Sean compasivos como es compasivo su Padre» (Mt 5,48; Lc 6,36), nos dice que ser santos es parecerse al Padre, intentar tener sus mismos sentimientos, proceder según su corazón… Y ese modo nos lo enseña el Hijo, nuestro hermano mayor, Jesús.
José Gregorio en 1866 y Carmen en 1903, cada uno en su época, en medio de su cotidianidad, en la realidad concreta que les tocó, se sintieron atraídos a vivir desde ese amor y bondad del Padre, movidos por la compasión ante el dolor, la enfermedad, la necesidad, las situaciones de injusticia que veían a su alrededor, especialmente en los más pobres.
Se abrieron a esa relación con el Dios de Jesús y la cultivaron, al mismo tiempo que se abrían a la vida con lo que venía, con sus dificultades, dolores y luchas.
Conocer de la vida de cada uno y ver su determinación confiada en las manos de Dios, de ser la mejor persona que podían ser, el desarrollo extraordinario de todas sus capacidades para el bien mayor, para el servicio de las personas, del mundo donde se encontraban… trabajando con todas sus energías, aprendiendo, estudiando, investigando, contagiando a otros de ese deseo de ser mejores, es contemplar otra imagen totalmente diferente de la santidad: una humanidad activa, inquieta, fecunda.
En un tiempo de crisis antropológica, de devaluación de la humanidad, de gran tentación de ser uno más del montón, de dejarse deslumbrar por modelos deshumanizantes, de desesperanza por el contexto, ojalá los venezolanos podamos dirigir la mirada ante estos santos seres humanos y experimentemos aquello que Rómulo Gallegos expresó: “En pos del féretro del Dr José Gregorio Hernández, todos experimentábamos el deseo de ser buenos». Que se nos despierte el profundo deseo de ser buenos, de vencer al mal a fuerza de bien, que nos decidamos por seguir a Jesús y su Reino en esta situación que nos toca, que sintamos en ello la razón y sentido de nuestra existencia.
Que la Madre Carmen y José Gregorio bendigan a Venezuela.
16 de octubre de 2025
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