Graciela de los Ángeles Portillo Acosta | Comunicaciones Fe y Alegría Capacitación
Durante los últimos tres años, una alianza estratégica entre Fe y Alegría y Cáritas ha tejido una red de oportunidades para 2.700 jóvenes y adultos en Carúpano, estado Sucre. Esta iniciativa ha brindado formación integral a emigrantes retornados, refugiados, víctimas de violencia de género y personas que enfrentan diversas situaciones de vulnerabilidad en esta región de Venezuela.
Los participantes han culminado con éxito cursos que les abren puertas al mundo laboral y al emprendimiento, certificándose en áreas como panadería, costura, ofimática, asistente de farmacia, barbería, sistema de uñas y repostería.
Osmar González, coordinador de área en el centro de capacitación Madre Alberta Giménez de Fe y Alegría, subraya que “buscamos que nuestros jóvenes descarten la idea de emigrar, motivados por la falta de empleo o la imposibilidad de acceder a estudios universitarios, queremos ofrecerles alternativas reales para construir su futuro aquí».
Los resultados de esta labor son palpables y llenos de esperanza. «La mayoría de los muchachos formados en repostería y panadería iniciaron emprendimientos que se mantienen y fortalecen con el tiempo. Tenemos testimonios inspiradores de jóvenes que, tras capacitarse en barbería, han establecido sus propios negocios, y lo mismo ocurre en costura, con la confección de ropa deportiva», asegura González.
La labor de Cáritas complementa esta formación técnica con un enfoque en el desarrollo humano y la defensa de los derechos. Franjer Fernández, coordinador del programa Medios de Vida de Cáritas Carúpano, explica que la organización ofrece capacitación en derechos humanos, la realidad migratoria, atención a víctimas de violencia, proyecto de vida y doctrina social de la Iglesia. Además, se facilita apoyo legal y psicológico a quienes lo necesitan.
«Esta iniciativa de Medios de Vida surgió como una respuesta a las necesidades post-COVID-19. Observamos que muchos jóvenes, al culminar el bachillerato, se encontraban sin rumbo, y profesionales habían emigrado en busca de mejores horizontes», detalla Fernández.
«Tuvimos el caso de una joven que asumió el cuidado de sus dos hermanos menores. Gracias a las herramientas adquiridas a través de este programa, hoy puede llevarlos a la escuela y sostenerlos económicamente. Su perspectiva de vida ha cambiado por completo, y ese es el motor que nos impulsa a seguir adelante», afirma.
Actualmente, el programa ha extendido su alcance a habitantes de los municipios Valdez, Mariño, Benítez, Arismendi, Bermúdez y Cajigal.
Fernández reconoce que, debido a la escasez de recursos y la falta de oportunidades, muchos de los capacitados han considerado la migración temporal como una vía para salir adelante, llegando incluso a exponerse a peligros en rutas como la que conecta con Trinidad y Tobago.
La comunidad pesquera de Güiria, en el municipio Valdez, ilustra esta realidad. Ubicada a 100 kilómetros de Puerto España, la capital trinitense, llegar allí implica una travesía marítima compleja y peligrosa a través de la Boca del Dragón, un estrecho que separa el Golfo de Paria del Mar Caribe, donde precarias embarcaciones trasladan hasta 30 personas, exponiéndolas a riesgos innecesarios.
A pesar de las difíciles circunstancias familiares que enfrentan muchos de estos jóvenes, González destaca su espíritu resiliente: «Son muchachos llenos de esperanza a pesar de la realidad familiar en la que viven. Muchos no cuentan con el apoyo de sus padres y carecen de lo básico. A través de esta formación, pueden impulsar sus propias iniciativas productivas».
Por ello, Fernández enfatiza que el objetivo fundamental es brindar a los jóvenes la oportunidad de formarse en sus propias comunidades y luego emprender e integrarse al campo laboral local. «El aval de Fe y Alegría es un sello de calidad reconocido en cualquier parte del mundo, y los resultados que hemos obtenido hasta ahora son profundamente satisfactorios», concluye.
Caracas, 08 de mayo de 2025
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