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José María Vélaz constructor de esperanza

El Padre José María Vélaz no nació en Venezuela, pero desde su llegada al país en 1946 se encarnó en esta tierra llena de miserias, pero también de inmensas oportunidades. Este 4 de diciembre estaría cumpliendo 111 años. Nació en Rancagua, Chile, en 1910.

 

Para su colega de «militancia» religiosa en la Compañía de Jesús el SJ José Agustín Lazcano, la vigencia de las ideas del fundador de Fe y Alegría trasciende al mero hecho del nacimiento del Movimiento de Educación Popular.

 

Para Joseba, como se le llama cariñosamente en Fe y Alegría, la grandeza de Vélaz no parte precisamente porque se le llame «fundador sino porque fue el desencadenador de Fe y Alegría. No es simplemente que Vélaz tenía idea desde la razón. No, no fue así. Él tenía una pasión, tenía un entusiasmo, tenía unas intuiciones generales, pero descubrió, y son palabras de él, que todos tenemos más de bueno que de malo».

Destaca el jesuita que en Vélaz lo que predominó fue la inspiración de que «todos somos convocables si nos levantan una bandera que vale la pena y en consecuencia él sale con la lógica de que hay que invitar a la gente y ofrezcámosle posibilidades para que la gente haga las cosas».

 

En ese sentido, precisó a través de Radio Fe y Alegría Noticias que el Movimiento nació a partir de una invitación a la gente sin que el P. Vélaz tuviera muy claro «el qué y el cómo, lo que si tenía claro es que era absolutamente urgente, necesario y hasta con visión política transformar nuestra injusta sociedad».

 

Ahora, no se trataba de alcanzar una transformación meramente política y social, sino que el chileno motivaba a la gente a trabajar su crecimiento y su propia transformación personal. Una inspiración «desencadenante» que en este contexto actual «sigue siendo válida».

El cultivo de la espiritualidad de la ternura

Joseba Lazcano ha trabajado desde hace años en una hondura espiritual que él mismo ha llamado «la espiritualidad de la ternura». Con ello quiere significar que no existe ningún proyecto personal, colectivo, comunitario, político ni de otra índole positiva «sino se cultiva la ternura».

 

Y hace esta mención, salvando las distancias, porque afirma que los grandes y sublimes sueños de Vélaz se cristalizaron a partir de los momentos que tuvo para cuidar su «alma» a través de los retiros espirituales que realizó.

 

«Es así como en un retiro espiritual que tuvo en Mérida nació IRFA. Nació también todo el proyecto de Mérida (internado estudiantil) y nacieron unas cuantas Fe y Alegría internacionales que apoyó, orientó e impulsó».

Y es precisamente esta trascendencia que destaca el religioso al confirmar que hace dos semanas Fe y Alegría se fundó en Katmandú, Nepal, un país asiático.

 

Por esto es capaz de afirmar que celebrar la vida de José María Vélaz es celebrar «la intuición fundamental de él y nuestra misión, tanto de Fe y Alegría como de la Compañía de Jesús, es que tenemos la capacidad y la posibilidad de invitar y acompañar para que la gente haga».

 

El Padre José María Vélaz fue durante toda su vida un soñador, un luchador incansable   constructor de sueños y ejemplo de amor por Venezuela.  Fe y Alegría fue su sueño más importante que lo sembró en el corazón de muchas personas generosas y hoy es una realidad que ha llevado sus banderas educativas de esperanza y amor a los rincones más apartados y necesitados de Venezuela, de América Latina, África, Europa y Asia.

Fe y Alegría nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho cedido por sus dueños, Abrahán Reyes y su esposa Patricia, en lo que hoy es el 23 de enero de Caracas. Cien alumnos sentados sobre el piso, pues no tenían ni pupitres ni mesas, fueron sus primeros alumnos. Dos muchachas del barrio que sólo tenían quince años y el sexto grado de primaria, las primeras maestras. En la actualidad son 177 centros educativos ubicados en zonas populares del país.

 

En 1979, José María Vélaz escribía sobre la ‘Pedagogía de la alegría’, haciendo hincapié en la importancia del nombre de ‘Fe y Alegría’: «Nuestro nombre no es casualidad ni tampoco algo intranscendente. Es nuestro emblema y nuestra bandera que fue pensada muchas horas y muchas veces. Es nuestro ‘santo y seña’. Somos mensajeros de la fe y al mismo tiempo mensajeros de la alegría.

Texto escrito por el periodista Alexander Medina.

A continuación puede ver un documental dedicado al padre José María Vélaz.

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