Le ponemos corazón a la tierra

Le ponemos corazón a la tierra 

Naimar Durán | Referente de Comunicaciones de Fe y Alegría Escuelas – Región Frontera

En la comunidad de El Nula, en la zona fronteriza del estado Apure, la Escuela Técnica Agropecuaria Padre José Pastor Villalonga se erige como un faro de esperanza y transformación, impulsada por la dedicación de su equipo y el legado del Padre José María Vélaz, demostrando que su misión realmente «comienza donde termina el asfalto». 

El Licenciado Eders Mora, director de la institución, encarna la resiliencia y el compromiso que definen la labor de Fe y Alegría en la frontera. Para Mora, cruzar el río por un puente caído cada semana no es solo un desafío físico, sino un «símbolo de resiliencia, adaptación y compromiso con la vida cotidiana».

En sus cuatro años de trayectoria con Fe y Alegría, se presenta como un educador, psicólogo y tecnólogo de producción «comprometido con la transformación social a través del aprendizaje», destacando la integración comunitaria y la «fe y esperanza en acción» como pilares fundamentales de su identidad.

La vocación del equipo de Fe y Alegría va más allá de las adversidades. El sacrificio personal de dejar a sus familias para dedicarse a la educación se justifica en la convicción de que cada esfuerzo construye un futuro más justo. Mora resalta una historia que lo marcó profundamente: la reinserción en el sistema educativo de un joven huérfano sin documentos legales, un testimonio del impacto directo de su labor.

«Cada semilla que sembramos hoy, en la tierra y en el corazón de nuestros estudiantes, dará frutos que transformarán el mañana. Nuestra labor no es sólo enseñar; es cultivar esperanza, fortalecer la fe en que un futuro más justo y digno es posible», afirma Mora, describiendo la esencia de la educación que Fe y Alegría ofrece en la frontera.

Un equipo con pasión y valor inquebrantables

La dedicación del equipo de la Escuela Técnica Agropecuaria Padre José Pastor Villalonga es igualmente admirable. Francia Kell Parada, coordinadora pedagógica con 26 años de servicio, enfatiza la adaptación de la educación a la realidad fronteriza, buscando el crecimiento personal e integral de cada estudiante, muchos de ellos en dinámica migratoria. La institución, como escuela técnica agropecuaria, promueve un aprendizaje holístico donde el joven «aprende, hace y discierne», con logros significativos en sus exalumnos, quienes se han convertido en profesionales proactivos e integrales.

Román Alfredo Saavedra Moreno, coordinador de inserción laboral con 24 años de servicio, subraya el objetivo de desarrollar el potencial académico, técnico y espiritual de los estudiantes, preparándolos para una exitosa inserción laboral y universitaria. La mayor satisfacción radica en ver a jóvenes vulnerables construir proyectos de vida sostenibles y transformarse en participantes activos y seguros de sí mismos.

Por su parte, Keila Leal, asistente de administración con 23 años de servicio, destaca que el motor de su labor es la «pasión por ayudar a los demás sin esperar nada a cambio», impulsada por la esperanza en un futuro mejor y una educación de calidad. La institución ha sido un pilar de apoyo fundamental, incluso en desafíos de salud, fortaleciendo la fe y el bienestar de su familia y la comunidad.

La labor de Fe y Alegría en la frontera venezolana es un testimonio vivo de cómo las barreras pueden transformarse en oportunidades de identidad y crecimiento, donde la educación es una misión que deja «huellas profundas en cada uno de nuestros corazones». Con 70 años de trayectoria, la organización continúa adelante, movida por la fe y la alegría en la construcción de un futuro más justo para Venezuela.

Caracas, 12 de junio de 2025