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15 febrero 2023

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Fe y Alegría en Paraguay: Educación que transforma vidas

Nancy Raquel Fretes Martínez, ODN

Directora Nacional| Fe y Alegría en Paraguay


En el año 1979 el P. José María Vélaz, SJ, llega a Paraguay con el deseo de dar inicio al Movimiento en esta realidad. Pero la coyuntura sociopolítica no era la propicia y solo 12 años después fue posible gestionar la construcción de las primeras aulas que serían ámbitos socioeducativos de formación integral y portavoces del clamor por una sociedad solidaria, justa y participativa.

 

Desde 1992 una clara identidad nos mueve, apasiona y compromete: «donde se acaba el asfalto, no gotea el agua potable y la luz del saber brilla por su ausencia, surge Fe y Alegría». Fruto del evangelio nace esta opción preferencial por los contextos vulnerables y los empobrecidos. Los sectores excluidos constituyen el centro indeclinable de nuestra acción socioeducativa y causa motriz de los desvelos.

 

En medio de las contradicciones de la sociedad, en este mundo dividido y no solidario hemos sido convocados/as a vivir el discipulado de la educación y la promoción social en la búsqueda de una profunda transformación estructural que genere posibilidades de vida digna para todos/as en igualdad de condición. Por eso, ante los retos de la situación país:

 

La educación popular es nuestro camino[1]

 

El deseo de colaborar en la construcción del reino de Dios y su Justicia, nos impulsa a ofrecer una «educación popular integral de calidad que responda al contexto y contribuya a formar sujetos libres, activos, responsables con capacidades para incidir en la mejora de la calidad de vida y cooperar en la transformación social».

 

Ser educadores implica creatividad, flexibilidad y capacidad de riesgo. Los métodos, las didácticas y estrategias pedagógicas requieren de un constante análisis, evaluación e innovación. En Fe y Alegría, en medio de nuestra pobreza, nos permitimos soñar alto, como era el deseo del P. Vélaz, pues: «sin mística, sin audacia y sin generosidad, supliendo la pobreza de capital y de técnica, el camino de Fe y Alegría hubiera sido una quimera[2]».

 

Motivados por esta experiencia «proponemos construir nuevos conocimientos desde el diálogo con la realidad y con los diversos actores sociales, con el objeto de empeñarnos en la búsqueda de alternativas que favorezcan un cambio de paradigma socioeducativo».

 

La situación cambia con una velocidad imperceptible y urge generar «nuevas estrategias pedagógicas que respondan a los diversos contextos y capaciten a los niños/as, jóvenes y adultos para promover relaciones armónicas con los demás y con el ambiente».

 

Entonces, apremia que la educación camine de la mano con la promoción social. Este es nuestro compromiso.

 

Es necesario que las acciones socioeducativas incidan en la realidad. Que el aprendizaje se aterrice y suscite nuevos modos relacionales, formas distintas de organización social. El horizonte de todos los programas y proyectos es, de hecho, la formación de personas en plenitud, que sean «conscientes de sus potencialidades, agentes de cambio, protagonistas de su propio desarrollo» y comprometidas/os con los procesos transformadores.

 

La clave es «trabajar desde, con y para la comunidad desarrollando sus capacidades y buscando modelos alternativos». La tarea es inmensa y nuestro empeño no cesa. Día tras día, sin prisa y sin pausa queremos continuar tejiendo juntos/as esta historia.

 

En su testamento el P. Vélaz manifiesta cuanto sigue: «Para ustedes, los que vendrán, para los que no conozco, pero amo, para los que todavía no han nacido, para la niña triste que no conoció el cariño, para el huérfano cuya universidad ha sido el desamparo, para los que no tienen voz que les defienda, para los que nunca han visto una casa donde habita el amor»[3], sueño y diseño propuestas dignificadoras. Y se pregunta: ¿Quiénes serán mis herederos?

 

Él afirma que este sueño, al inicio, era solo como pequeñas semillas en búsqueda de la tierra de la multiplicación. Y el viento del compromiso lo trajo hasta aquí y manos ingeniosas lo multiplicaron: hoy podemos palparlo de norte a sur, de este a oeste del país.

 

De repente la pregunta del P. Vélaz continúa interpelándonos: ¿Quiénes continuaran esta obra nacida de la empatía y la solidaridad? Al levantar la vista, contemplo este escenario y me aventuro a afirmar: nosotros, los aquí presentes, los que no han podido estar con nosotros y las generaciones que vendrán.

 

Todos/as somos portadores/as de esta herencia. Su fuego nos abrasa por dentro y no nos permite desidias ni retrasos. Atrevámonos entonces, a continuar tejiendo juntos/as esta rica historia siendo portadores de esperanza en las fronteras poblacionales, existenciales y sociales.

 

Termino con este anhelo del p. Vélaz que sintetiza nuestro más profundo anhelo:

 

«Quiero inventar varias cabañas y refugios de talante amigo, donde la elocuente y tibia soledad reciba a los recién llegados, como hermanos, y les enseñe a penetrar en el bosque de sí mismos»[4].

 

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[1] Tal y como está expresado en el Plan global de prioridades Fe y Alegría-Paraguay, 2022-2026

[2] González Buelta, B., Espiritualidad. «Donde acaba el asfalto», 10.

[3] Testamento del p. Vélaz

[4] Idem.

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