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29 mayo 2020

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Educar para generar acciones contundentes en el cuidado de nuestra casa común

Nunca imaginamos una situación como la que hoy estamos viviendo, un virus letal que azota a todos los países, golpea fuertemente a las poblaciones más vulnerables y que ahora se expande sin piedad a las zonas rurales amazónicas.

Por: Irma Mariño, en colaboración con María Paula Arango – Comunicaciónes FIFyA

 

Nunca imaginamos una situación como la que hoy estamos viviendo, un virus letal que azota a todos los países, golpea fuertemente a las poblaciones más vulnerables y que ahora se expande a las zonas rurales amazónicas.

 

Esta situación ha desnudado los problemas de fondo estructurales de profundas inequidades y desigualdades y en la panzamazonía estamos sintiendo más que nunca los impactos de las tres crisis: sanitaria, económica y ambiental.

 

Esto se traduce en una afectación de diferentes maneras y en diversos aspectos de la vida: educativo, social, sanitario, emocional y económico.

 

En lo educativo se interrumpieron las clases presenciales y se iniciaron las virtuales evidenciando la brecha digital, que es aún más alta en estas zonas rurales. En lo emocional, la tensión, preocupación, miedo, ansiedad, desconcierto, impotencia tanto por la pandemia como por la presión burocrática de las diferentes entidades gubernamentales.

 

Otra situación compleja, es los casos de Covid19 confirmados de docentes, familias y equipo de la red. Además la tensión de tener un enfermo o en los peores casos la muerte de los seres queridos afecta enormemente.

 

En la salud, ha afectado a personas vulnerables como los ancianos y personas con antecedentes de enfermedades como diabetes, hipertensión, etc. Los hospitales colapsados y muy alejados. A nivel de región no hay un plan de contingencia, las comunidades y caseríos no están atendidos, razón por la cuál la población se está tratando con medicina alternativa.

Muchas familias no ha recibido ninguna ayuda por parte del gobierno, y en general son personas que viven del diario por lo que deben salir a trabajar y en muchos casos se contagian.

 

En este escenario no podemos realizar nuestra planificación personal, familiar, laboral según lo previsto. Y en el ambiente predomina la tristeza y preocupación por las situaciones dramáticas de tantas personas que han enfermado y otras muchas que han fallecido

¿Pero, qué está cambiando?

 

Nuestra manera de mirar el mundo, nuestro contexto y el manejo de nuestros vínculos personales y sociales ha sido el principal cambio. Esto se ha traducido y se seguirá maniefestando en nuestras formas de relacionarnos con los demás, de expresar nuestra afectividad.

 

En nuestro trabajo, hemos pasado de una educación presencial a una educación a distancia que nos ha obligado a pensar de qué manera vamos a atender a nuestros estudiantes, y en el contexto en que se ubican nuestras escuelas de la Red amazónica esto es casi imposible.

 

Estamos aprendiendo nuevas formas de utilizar los medios tecnológicos (uso de plataformas), sólo estábamos acostumbrados a utilizarlos en nuestras relaciones personales y no como una herramienta de trabajo indispensable.

 

Socialmente tuvimos que aprender a vivir en aislamiento social, siendo una cultura muy de “apapachos” (abrazos) y claramaente ha cambiado nuestra manera de relacionarnos. Hemos puesto de nuevo nuestra atención al mundo privado, a revalorar lo doméstico, nuestra relación con la naturaleza, el comercio y con nosotros mismos. Hoy tenemos que dar mayor énfasis afectivo al contacto visual (lo virtual) que al contacto físico. A cuidarnos unos a otros, preocupándonos por la salud desde la distancia.

No todos los estudiantes y docentes de la amazonia cuentan con conectividad, medios tecnológicos, ni tampoco saben utilizarlos.

 

Esto sumado a que hemos evidenciado como no sabemos manejarnos en situaciones de aislamiento social, lo que ha generado estrés, ansiedad en los miembros de nuestra comunidad educativa. De ahí la importancia del acompañamiento espiritual. Por otro lado, la pobreza se ha hecho más evidente limitando la satisfacción de necesidades básicas en la población principalmente alimentación y salud.

 

Y básicamente, la inmovilización no permite llegar a las comunidades y poder realizar nuestro trabajo.

 

Creemos que una situación como la actual nos coloca ante varios retos y desafíos ¿Cuáles son?

 

Para la Iniciativa Federativa panamazónica “Cuidado de la Casa Común” implica:

 

1. Hoy urge más formación, más acompañamiento, más incidencia, más producción de conocimiento, más comunicación y articulación para enfrentar juntos los impactos de las crisis en las poblaciones indígenas de los territorios amazónicos. Fortalecer los liderazgos educativos locales, generar puentes, vínculos, solidaridades.

2. Necesidad de visibilizar a las poblaciones vulnerables y desde y con ellos construir alternativas. Desde el ámbito educativo, es fundamental restructurar los programas y repensar la educación en clave a distancia. Para ello es importante escuchar a los actores del territorio, recoger sus esfuerzos, experiencias e iniciativas concretas para afirmar una educación como derecho de todos los pueblos.

3. Fortalecer la colaboración, el diálogo, las redes de soporte y trabajo. Ello supone escucharse, escucharnos, escuchar al otro, al diverso, al distinto, tener voluntad de comunicarse, crear y planificar juntos.

4. Ser puente, hacer alianzas y construir vínculos. El aislamiento y confinamiento no debe ser social, hoy más que nunca nos necesitamos para enfrentar juntos y juntas estas crisis. Por ello las articulaciones y alianzas locales, regionales e internacionales son fundamentales.

Los países que comparten la experiencia amazónica coinciden en poner atención y cuidado al trabajo colaborativo: de trabajo en equipo, resolución de problemas y manejo de conflictos sociales, estrategias para enfrentar la escasez, el hambre, la falta de trabajo, la enfermedad, el no acceso a la educación.

5. Actitud crítica y cambio, el mundo se quebró y la verdad se develó: Las décadas de crecimiento económico no cambiaron el país ni la educación. Ni las brechas rurales-urbanas. Ni las realidades indígenas. Es tiempo para la consciencia, para la indignación y por tanto para el discernimiento y la creatividad.

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