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17 abril 2024

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Enseñar a emprender: clubes de emprendimiento que concretan sueños en comunidades vulnerables

María Mullen

Comunicación | Fe y Alegría en Argentina


Fe y Alegría apuesta fuertemente por la formación para el trabajo y desde 2018 lleva adelante Clubes de Emprendimiento alrededor del país que son semilleros de esperanza

Desde San Juan, Fernanda (29) está por sublimar unas cartucheras para las mamás del colegio de sus hijos, mientras ellos corretean por la casa y la mayor la ayuda anillando unos trabajos. Desde su casa en Jujuy, Marisa (57) terminó de dejar en orden las tijeras, cepillos e instrumentos de la peluquería que tiene con su hijo Leo y se están por disfrazar de payasos para animar un babyshower para el que fueron contratados. Y desde Corrientes, Gabriela avanza concentrada con su máquina de coser, que de chica tanto vio usar a su mamá. Arma un nuevo diseño para sus pañales ecológicos.

 

 

Que son mujeres emprendedoras, que luchan por salir adelante, concretar sueños y un sustento para sus familias. Pero no solo eso: todas participan del Club de Emprendimiento de Fe y Alegría en su localidad. Fernanda se enteró por un estado de WhatsApp, Marisa porque asistía a un curso de peluquería de Fe y Alegría, y Gabriela porque sus hijos iban al jardín de infantes de dicha institución. Todas se animaron a sumarse y hoy consolidaron sus proyectos. Además, luego de al menos un año de formación y acompañamiento, quedaron seleccionadas junto a otros 55 emprendimientos, para recibir un capital semilla que las alentó y les permitió mejorar su equipamiento.

“En Fe y Alegría nos apasiona encender y acompañar el emprendedurismo en nuestras comunidades”, cuenta Rocío Choque, joven salteña, coordinadora de emprendimiento e innovación con Propósito en Fe y Alegría a nivel nacional. Rochi tiene apenas 25 años, es egresada de un centro educativo de la misma fundación y tiene un emprendimientocon su mamá, además de estar estudiando. “Acompañar a emprender no solo permite a nuestras comunidades generar ingresos sino que abre un mundo de posibilidades para brindar un producto o un servicio con un propósito que impacte positivamente”, cuenta. Ya son 8 los Clubes de Emprendimiento distribuidos en Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Jujuy, San Juan y Salta, donde hace poco abrieron uno en Misión Chaqueña, una comunidad wichí muy necesitada. “En Misión Chaqueña el club lo coordina Jairo; compañero mío y egresado también de Fe y Alegría. Allí el año pasado surgieron emprendimientos vinculados al mundo deportivo, a la carpintería, a la repostería y panadería”. Los clubes son espacios sin costo, que dan la bienvenida a todas aquellas personas dispuestas a poner ganas, esfuerzo y disciplina para crecer en algún sueño, transformar su vida y contagiar a otros la chispa.

Es el caso de Gabriela, Fernanda y Marisa, que desde distintos rincones de nuestro país integran esa orgullosa “familia” de emprendedoras y cuyas historias compartimos a continuación.

 

Pañales que cuidan

 

El emprendimiento de Gabriela se llama “Mi Principito Ecológico” en honor a su último hijo. Su bebé sufría de dermatitis y los pañales descartables no le servían. “Empecé a buscar otra opción y en ese momento encontré información sobre las bondades del polar y del micropolar -cuenta-. En ese momento me encontraba sin trabajo, con un bebé y dos hijos más grandes. Como soy madre soltera no me quedaba otra opción que fabricarlo yo. Hice uno, se lo probé y al momento de cambiarlo fue un alivio ver que su piel estaba sanita y seca. ¡El pañal había cumplido su función! De ahí surgió la idea. Fabriqué 6 pañales, armé la página en redes y a los 2 días no tenía más. Ahora vendo a todo el país”.

 

Sus pañales generan triple impacto:

 

– Cuidan la salud del bebé: porque están fabricadas con telas aptas para ellos;

 

– Cuidan la economía de la familias: porque un solo pañal se adapta al tamaño de cada bebé y puede durar 5 años (con los cuidados correspondientes).

 

– Cuidan al medio ambiente: ya que su degradación tarda entre 5 y 7 años.

 

“Si tenés una idea pero todos te dicen que no; hace oídos sordos y seguí para adelante. Yo aconsejo informarse y capacitarse lo más posible, arriesgarse y avanzar a prueba y error; puede funcionar y puede que no, pero si no lo empezás ¿cómo vas a saber?”

Sublimaciones y creatividad en papel

 

Fernanda lleva adelante “WBS sublimación y papelería creativa”: productos 100% personalizados, tanto para utilidad personal, eventos y obsequios. Realiza trabajos en madera, textil, plástico, cerámico, vidrio, entre otros. “¡El club me hace muchísimo bien! Somos casi 20 personas y en el grupo aprendemos, nos damos confianza, ¡lloramos mucho también!, pero sobre todo nos alentamos y nos animamos a aprender”, cuenta. Ella se enteró del club por un estado de WhatsApp y le encanta. “Ahí pude aprender de costos, marketing digital, redes sociales, modelos de negocios y muchísimos temas. Voy a Fe y Alegría cada miércoles; a las 15 al curso de textil y de 18 a 20 al club. Mi mamá también está aprovechando los cursos que ofrecen en Fe y Alegría”. Con el capital semilla que Fernanda obtuvo -de casi $500,000- pudo adquirir tintas, anillador y papeles para sublimación y cotillón. “¡Todo para mi es una oportunidad, anímense a emprender!” dice. Como compromiso por el capital recibido, este año asumió también un nuevo rol en el club como acompañante/tutora para nuevos emprendedores.

 

“La situación que estamos viviendo hoy en día es complicada -dice Fernanda-, pero yo creo que en nuestro país siempre va a haber alguna forma para salir. El tema es pensar qué es lo que realmente querés y arrancar para lograrlo. Organizarte, proponértelo y cumplirlo. Siempre, si tenés las ganas, poné todas las fichas ahí y sentate a ver cómo hacerlo, qué estrategia utilizar, con qué personas rodearte para lograrlo, porque no hay nada más satisfactorio que eso”.

 

De la peluquería a la risa

 

Marisa y su hijo Leo, de Jujuy, son pura fuerza emprendedora. En su casa llevan adelante la peluquería “LyL” donde hacen peinados, color, barbería y otros servicios. Leo primero fue alumno en el curso de peluquería de la sede de la fundación en Palpalá, y aprendió tan rápido que su profesor lo animó a emprender y se asoció con su mamá. “¡Aprendí tanto en el club! -dice Marisa-. Desde cómo calcular un precio, hacer el monotributo, analizar clientes potenciales, rentabilidad…, hasta medios de difusión y diseño y otros temas como autoestima y autoconfianza. Este año, nos van a enseñar de inteligencia emocional”.

 

El capital semilla permitió a Marisa adquirir un secador de cabello y una plancha profesional. “Nunca antes habíamos recibido un apoyo así -cuenta con lágrimas en los ojos-, estamos tan agradecidos”. Pero eso no es todo ni el único emprendimiento: los fines de semana se disfrazan de payasos y animan babyshowers y cumpleaños. En fechas especiales visitan voluntariamente un hogar de ancianos para hacerles pasar un lindo momento. “Emprender cuesta, pero si lo podés pensar, lo podés realizar. Con ánimo terminás cosechando. Hay que aprender y aprender, ¡yo me anoto en todo!”.

Ser un faro

 

Las historias de Gabriela, Fernanda y Marisa son solo ejemplos vivientes del poder transformador del emprendimiento y la educación, y en mayor medida en las comunidades más necesitadas. Los Clubes de Emprendimiento de Fe y Alegría no solo brindan herramientas prácticas y recursos financieros para iniciar proyectos, sino que también infunden confianza, empoderamiento y esperanza en aquellos que buscan cambiar sus vidas y las de sus familias. En este Día Mundial del Emprendimiento, celebremos no solo las ideas innovadoras, sino también el compromiso inquebrantable de organizaciones que continúan siendo faros de luz inspirando y guiando a aquellos que sueñan con un futuro mejor.

Publicado en mdzol.com

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