16 febrero 2022
A raíz de la crisis sanitaria mundial que se declaró en el mes de marzo de 2020, sucedió un fenómeno digno de resaltar: los centros educativos debieron cerrar sus puertas pero los procesos de enseñanza y aprendizaje continuarían. A medida que se avanzaba con nuevas experiencias de educación a distancia o remota y reformulación de programas para adaptarlos a las nuevas situaciones, que exigían una colaboración muy cercana de las familias de los educandos, quedó en evidencia que lo que permitió darle sostenibilidad a esta nuevas modalidades educativas fue la relación permanente que educadoras y educadores establecieron con sus educandos en una cotidianidad continuamente perturbada, pero superada, por el aumento de casos de contagio, por la muerte… a pesar de las dificultades en la conexión en internet y las penurias económicas de las familias.
Es momento de recuperar los aprendizajes de estos educadores y educadoras que siguieron laborando y se negaron a rendirse porque ellos y ellas, por un lado, encontraron maneras diferentes de mantenerse en contacto son sus estudiantes y sus familias, ideando nuevas y retomando tradicionales formas de enseñar en aulas imaginarias; y, por otro lado, demostraron que era posible, gracias a su tenacidad y paciencia, continuar la tarea de enseñar en tiempos de crisis con lo cual tanto los medios de comunicación como la sociedad civil en general han tomado consciencia que ellos y son ellas son y han sido la clave para alcanzar una educación de calidad.
Reconocer la presencia central de nuestros docentes en la acto educativo, supone retomar hoy, con mayor compromiso y voluntad, el conjunto de políticas sociales y económicas que contribuyan a dignificar la carrera docente, porque no olvidemos que la condición actual del oficio de docente en el mundo está marcada por la precariedad de sus salarios, por una excesiva carga de trabajo que generan stress e incide negativamente en el bienestar personal y familiar. Esta situación, según estudios realizados, constituye una de las principales causas de los altos índices de deserción laboral en este campo profesional; además, los nuevos retos de esta sociedad del conocimiento exigen la puesta en práctica de políticas de profesionalización permanente dirigida a docentes en ejercicio. Si es en los educadoras y educadores donde reside la continuidad del acto educativo, tendremos, entonces, que pensar con mayor seriedad en formas de dignificar el oficio de manera tal que ellos y ellas se sientan orgullosos de su vocación y motivación por formar las nuevas generaciones que construirán la futura sociedad.
Beatriz Borjas
Líder iniciativa federativa de Formación Pedagógica