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15 junio 2022

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Lo que no es la educación

 15 de junio 2022

Leonardo Llumiquinga
Fe y ALegría en Ecuador


Paulo Freire se preguntaba en voz alta: ¿cuál es nuestra comprensión del acto de enseñar y aprender?; la respuesta abarca varios ámbitos:  por ejemplo, el de la coherencia del ser y el hacer, pero sobre todo el mirar al “educando” como un ser multifacético, un ser cultural, ideológico y político; de ahí que el “educador” debe partir de esa realidad para “modelar” a una persona que pueda transformar su realidad y ser parte de la construcción de una sociedad y un mundo más justo. Con esta reflexión de Freire es inevitablemente no recordar mi época escolar, transcurrida en uno de los barrios más empobrecido de Quito en la época de los años 80 y reflexionar sobre cómo esta experiencia “modeló” lo que soy como persona y atreverme a compartir mis apreciaciones sobre Lo qué NO es la educación, tema planteado por el Papa en el documento ¿Cómo ve Francisco la Educación?

 

La primera reflexión me sitúa en reconocer que “mi escuela”, la de aquella época, no le interesaba comprender su quehacer educativo, o trabajar con los estudiantes el valor de la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Hoy, este aspecto me parece clave para mantener una lectura crítica de este mundo, cada vez más “líquido y distópico”, que trata de paralizarnos en el confort de las redes sociales y que algunos lo llaman, el mundo de la “happycracia”. Pero, ¿Qué están haciendo las escuelas para sembrar en los estudiantes esta manera coherente de ser en la vida? Encuentro respuestas en la lectura de lo ético, político y epistemológico que la educación popular plantea y que la miro como un paso primordial, antes, incluso, de generar planes educativos.

 

Un segundo recuerdo se centra en el sinnúmero de prejuicios con los que me “eduqué”. Yo tenía amigos indígenas, negros, incluso montubios, pero nunca hubo esfuerzos de la escuela por reconocer el valor de esa diversidad representadas en nombres concretos: Edwin Oyagata, Ramiro Guamán, Franklin Angulo, Sara Mendoza. Este recuerdo y a la vez aprendizaje lo “cargué” hasta 1990, año en que se dio el Levantamiento Indígena en Ecuador y nos hizo reflexionar que existía el campo y que vivían personas sin derechos y oportunidades, personas que, en este Ecuador “blanqueado” históricamente, exigían justicia. Este hecho histórico para mi es recurrente y pienso que es una de las experiencias más importantes que la educación popular le ha aportado al país en términos de no negociar la dignidad ni la esperanza de las personas empobrecidas, invisibilizadas por prejuicios y regionalismos estériles, pero que empoderadas desde su realidad dieron ejemplo de construir un país para todos y todas.

 

Entonces, ¿Qué NO es la educación?; como lo plantea el Papa Francisco; no es esa educación dicotomizada, que elitiza el conocimiento y desintegra la diversidad y que solo podría servir para perpetuar un patrón de vida consumista, sin interesarle crear un nuevo “paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza”.

 

La escuela con su comunidad educativa, debe ser el espacio para recrear esa idea de una nueva sociedad, más aún, cuando hemos atravezado una pandemia que ha puesto a prueba nuestra humanidad y que nos desafía a ejercer la educación como un acto que promuevan el amor, la esperanza, la reconciliación y la justicia social.

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