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Una escuela más accesible

Patricia Arocena
Directora regional Fe y Alegría Uruguay

 


¿Y si probamos otro camino…?

 

Juan no aprende a leer, Ana no sabe escribir, Pancho es prematuro, Lucas tiene parálisis cerebral, Inés no se queda quieta en la clase…todas estas miradas fueron consideradas durante años como un límite para aprender, como una imposibilidad para seguir un proceso normal de aprendizaje. Pero ¿y si fueran pistas? ¿Y si nos invitaran a repensar nuestra manera de enseñar?

 

Todas estas intuiciones y preguntas resuenan en el equipo del Colegio San Adolfo desde hace años y cada vez que nos enfrentamos a la oportunidad de acompañar a un niño o niña que nos desafía. Cuando iniciamos un proceso de innovación educativa con los alumnos en el centro de los procesos de aprendizaje, pasamos de preguntarnos ¿qué le pasa a este niño?, a cuestionarnos ¿qué barreras estamos poniendo al proponer una única vía de acceso al aprendizaje? A partir de ahí comenzamos a priorizar la personalización de estos procesos poniendo foco en potenciar las inteligencias múltiples de cada niño y niña.

 

Más adelante, logramos intervenir los espacios físicos del Colegio. Construimos rampas accesibles que posibilitaran la autonomía y la integración de los niños con limitaciones motrices para su desplazamiento, y que hicieran más fácil la integración con sus compañeros. 

 

En el año 2024 quisimos dar un paso más. Junto a la Fundación Creática, implementamos “rampas digitales”: estrategias tecnológicas, herramientas y dispositivos que permiten a alumnos con distintas capacidades, comunicarse, participar, aprender y relacionarse desde sus posibilidades reales. Cambiamos la mirada y ya no pensamos en lo que el niño o niña no puede hacer, sino en cuál es su capacidad y cómo podemos hacer nosotros para que pueda desplegarla. Sacamos la mirada del límite para ponerla en la posibilidad.  Con el apoyo del equipo técnico que semanalmente iba al Colegio, y la formación recibida por los docentes, generamos intervenciones específicas para algunos alumnos y se diseñaron sistemas de comunicación aumentativa. Fuimos acompañando cada paso con un plan personalizado y trabajado con las maestras, familias y especialistas. 

 

El equipo del Colegio se capacitó con talleres sobre cada nueva herramienta. Se diseñaron plataformas colaborativas con recursos digitales accesibles y organizamos jornadas de sensibilización que permitieron a los niños ponerse en el lugar del otro y experimentar diferentes formas de acceso a la tecnología, promoviendo su empatía y conciencia inclusiva.

 

Este proceso generó transformaciones visibles: quienes antes no lograban comunicarse hoy lo hacen con pictogramas y apps; las maestras diseñan sus clases considerando múltiples formas de representación; y las familias se sienten acompañadas y protagonistas de este cambio.

 

Sabemos que aún nos queda un largo recorrido por andar, pero lo vivimos con Fe en las posibilidades infinitas de estos alumnos y con alegría de que la inclusión no queda en palabras, sino que se ha transformado en una práctica de San Adolfo. La inclusión es un acto de amor y justicia.

 

El movimiento Internacional de Educación Popular y Promoción social Fe y Alegría celebra este 2025 su 70 aniversario, ratificando su compromiso por las poblaciones más vulnerables y excluidas, promoviendo una educación de calidad e inclusiva, para que nadie quede atrás. La inclusión es un acto de amor y justicia.

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