Directores de Fe y Alegría se reúnen en retiro previo al Consejo Internacional
Directores de Fe y Alegría se reúnen en retiro previo al Consejo Internacional

Fe y Alegría Internacional
Un grupo de directores y directoras de Fe y Alegría de distintos países se dio cita en Barranquilla para vivir un retiro espiritual. Este fue un espacio profundo de silencio, oración y comunidad, que permitió preparar el corazón para los días de trabajo que seguirían.
Este retiro fue un regreso a las raíces, un abrazo a la historia compartida y, al mismo tiempo, una llamada a mirar más allá del horizonte que ya conocemos. Reunidos como hermanos y hermanas de diferentes culturas y realidades, los participantes caminaron juntos por los senderos de Fe y Alegría, reconociéndose como protagonistas vivos de una historia que comenzó en una barriada de Caracas y que hoy late en escuelas, comunidades y centros de formación en 22 países del mundo.
Uno de los momentos más significativos fue la invitación a habitar una “sana tensión”: la de mantenernos profundamente enraizados en lo local —en las aulas, en las comunidades, en las familias—, sin perder de vista que formamos parte de un Movimiento global que sueña con una educación transformadora. Esa tensión, lejos de ser un conflicto, fue entendida como la savia que mantiene viva a Fe y Alegría: una red que conjuga la cercanía con la amplitud, lo cotidiano con lo universal, lo espiritual con lo humano.
Durante las reflexiones, surgieron preguntas que resonaron con fuerza: ¿Cómo equilibrar lo personal con lo institucional? ¿Cómo cuidar la vocación sin agotarla? ¿Cómo celebrar lo construido sin dejar de abrir nuevas fronteras? En el silencio compartido, muchos sintieron la presencia de Jesús como compañero de camino: el que habita la tierra y el cielo, el dolor y la esperanza, el que invita a vivir una espiritualidad encarnada y comprometida.
La jornada concluyó con una Eucaristía en la que todo cobró sentido. En el pan partido y el vino compartido, los participantes renovaron su compromiso con la misión: no solo gestionar una obra, sino vivirla con el alma, con los pies en la tierra y el corazón en la misión.
“Porque Fe y Alegría no es un monumento al pasado —expresó uno de los participantes—, sino un camino en construcción. Y este retiro nos recordó que la misión solo florece cuando se cuida desde dentro, desde la fe y desde la comunidad”.



