JUNTANZA: La Juventud Teje Esperanza y Acción frente a la Crisis Climática
JUNTANZA: La Juventud Teje Esperanza y Acción frente a la Crisis Climática
Pilar Dafonte y Tatiana Cardona
Equipo de internacionalización y Lideresa Iniciativa de Juventudes I Fe y Alegría Internacional
En un mundo cada vez más interconectado por los desafíos globales, la voz de quienes guardan una relación ancestral con la tierra se alza con urgencia y sabiduría. Bajo este espíritu, cerca de 50 jóvenes de Chile, Colombia, Perú, España, Brasil, Guatemala, Paraguay, Malasia, Bangladés y Filipinas se reunieron virtualmente en el encuentro JUNTANZA: Indigenous YouthSpeak / Exchange for Climate Action, un espacio de diálogo convocado por la Red RAOEN (River Above Asia Oceania Ecclesial Network) y la Red Fe y Alegría.
Este evento, cuyo nombre evoca la idea de trabajo colectivo y unión, tuvo como objetivo central fortalecer la voz y el conocimiento de la juventud entrelazando sus reflexiones sobre la crisis climática con su identidad, cultura y fe. Como señalaron los jóvenes de RAOEN y Fe y Alegría, “no se trata de amenazas abstractas, sino de cargas diarias para nuestras comunidades”. La colaboración entre estas dos redes no es casual: representa un modelo de alianza estratégica donde lo local se conecta con lo global. Por un lado, la RAOEN (raoen.org), busca sostener el diálogo entre la Iglesia, las comunidades indígenas y locales, los jóvenes y otras organizaciones religiosas dentro y fuera de Asia y Oceanía. Su propósito es trabajar juntos hacia una comprensión común y acciones concretas para el cuidado de los bosques, océanos y poblaciones vulnerables. En esta ocasión, ambas redes están uniendo fuerzas para amplificar las voces que suelen quedar al margen y facilitar espacios donde los y las jóvenes puedan intercambiar experiencias de sus realidades diversas.
Un Diagnóstico Compartido: Retos y Resiliencia
Durante el encuentro, las y los participantes compartieron experiencias sobre los desafíos comunes que amenazan a sus comunidades. Lejos de ser abstractos, estos retos se manifestaron en realidades concretas:
La Fuerza de las Voces Jóvenes: Tejiendo Resiliencia desde la Identidad y la Acción
El corazón de la JUNTANZA latió con las historias y reflexiones de sus participantes. Lejos de limitarse a denunciar las crisis climáticas que viven en sus respectivos lugares, interpelaron al mundo adulto con propuestas concretas y una visión esperanzadora, pero firme.
Como reflejó Stalyn desde Guatemala, “la verdadera educación – aquel aprendizaje que se vive plantando árboles y restaurando así el vínculo con la tierra – es la base desde la que se construye tejido comunitario”. No se trata de discursos abstractos, sino de acciones que trenzan justicia ecológica y dignidad cultural. Por su parte, Karen, desde Filipinas, puso el acento en un desafío urgente: la desconexión que sienten muchos jóvenes de sus comunidades, que deriva en desesperanza y migración. Frente a esto, propuso reconstruir la confianza y el sentido de presencia a través de la escucha y la participación genuina. Su mensaje fue claro: “La esperanza (paglaum) se cultiva cuando los jóvenes pueden alzar su voz y ser realmente escuchados.“
Desde Colombia, la interpelación fue directa: “Exigimos que las instituciones regulen a las empresas que contaminan nuestros territorios”.
Energiza, desde Filipinas, introdujo otra clave fundamental: la justicia intergeneracional.
“¿Cómo afrontará la próxima generación esta crisis si nosotros y nosotras no actuamos ahora?”, cuestionó. Su llamado interpela a los líderes a pasar de la reflexión a la acción concreta: reducir la contaminación, limpiar los ríos y, sobre todo, construir comunidades unidas.
Con estos y otros testimonios que se compartieron durante el evento, se evidencia que los jóvenes reclaman políticas climáticas construidas desde los territorios, con raíces en lo local y audacia global. Su fuerza reside en que articulan el cuidado de la tierra con la defensa de la cultura y los derechos, recordándonos que no hay ecología sin comunidad, ni futuro sin escucha.
Tal y como expresó Karen desde Filipinas , la esperanza «proviene de momentos como este espacio: cuando los jóvenes pueden hablar, escuchar y ser escuchados».
Un Compromiso que Continúa
La jornada concluyó con una plenaria y una dinámica participativa, donde palabras como resistencia, unidad y esperanza emergieron para resumir el espíritu del encuentro.
Valentina Gaviria, desde Colombia, reflejó el valor del intercambio intercultural: “A través de la experiencia de interactuar con jóvenes de Filipinas, pude aprender directamente de sus formas de pensar, de sus tradiciones y de sus maneras de afrontar los retos ambientales. Esto me abrió la mente y me permitió imaginar nuevas ideas y prácticas para llevar a mi comunidad”. Y añadió, sobre la motivación que encontró: “Saber que, al otro lado del mundo, hay muchos más jóvenes con el mismo sentido de protección, te inspira y te motiva a seguir adelante”.
Otro asistente destacó el poder de la unidad: “Lo que más me impactó fue ver cómo, a través de la experiencia de participar y escuchar a jóvenes de distintas partes del mundo, todos compartían un compromiso real con el medio ambiente. A pesar de las diferencias culturales, existe una voluntad genuina de generar cambios positivos”
Sin embargo, este diálogo no es un punto final, sino un punto de partida. Las y los jóvenes se comprometieron a seguir compartiendo iniciativas en sus territorios y a explorar la posibilidad de encontrarse nuevamente antes o durante la COP 30, con el objetivo de alzar una voz común, coordinada y firme en defensa de la tierra y las culturas originarias.
La JUNTANZA demostró que cuando las redes como RAOEN y Fe y Alegría colaboran para facilitar espacios de encuentro, logran que la juventud de distintas realidades unan sus fuerzas, su conocimiento ancestral y su visión crítica del presente. Estos jóvenes no son receptores pasivos en sus realidades, sino participantes activos en la configuración de un futuro habitable, justo y basado en el cuidado. Durante el encuentro demostraron que no piden compasión, sino presencia. No suplican por la inclusión, sino que exigen responsabilidad.
Juntos, no solo defienden su futuro, sino que iluminan el camino en sus comunidades hacia un horizonte más justo y sostenible.