La cultura de evaluación fortalece nuestra acción educativa
La cultura de evaluación fortalece nuestra acción educativa
Comunicaciones I Fe y Alegría Internacional
La Federación Internacional de Fe y Alegría ha diseñado un Plan de Medición de Impacto con el objetivo de fortalecer una cultura institucional de evaluación orientada a la mejora continua en todos los niveles de intervención. Este plan busca generar análisis estratégicos que permitan entender, visibilizar y potenciar el impacto real del Movimiento en las comunidades donde está presente.
En el ámbito de la educación formal, la medición se realiza a través del Sistema de Mejora de la Calidad Educativa (SMC), actualmente en proceso de actualización para integrar aprendizajes acumulados, simplificar procesos e incorporar variables como género, inclusión y ecología. En cuanto a la educación no formal, se avanza en la sistematización y análisis de experiencias significativas. Un ejemplo concreto es la investigación en curso sobre el impacto de la Universidad de Jóvenes, liderada por el investigador José Bento, de la Universidad de Warwick.
José Bento es investigador asociado en la Universidad de Warwick (Reino Unido) y doctor en ciencias sociales por la Universidad de Oxford. Especializado en evaluación de impacto social y educación internacional, ha trabajado con diversas organizaciones de la sociedad civil, agencias multilaterales y redes educativas en Europa, América Latina, Asia y África. Ha acompañado a Fe y Alegría durante más de una década en distintos procesos de investigación cualitativa. En la entrevista, comparte aprendizajes sobre qué significa medir impacto social, qué hallazgos dejó su investigación anterior y cómo está evolucionando el estudio actual sobre la Iniciativa de Juventudes.
Hoy se habla mucho de “medir”. Pero, en palabras sencillas, ¿qué significa medir el impacto?
Hoy en día se habla mucho de “medir”. Parece que todo puede cuantificarse. Pero eso dista mucho de ser cierto. Hay muchas dimensiones de la realidad que no pueden medirse con precisión o que, al hacerlo, solo nos ofrecen una imagen parcial. Esto es especialmente evidente cuando se trata del impacto social, pues en gran medida intentamos medir algo que aún no ha ocurrido: el futuro.
Por ejemplo, podemos prever ciertos efectos: si un niño termina la educación secundaria, es probable que tenga mayores oportunidades para salir de la pobreza. Sin embargo, hay otros aspectos imposibles de anticipar. Escapar de la pobreza económica no garantiza, necesariamente, el desarrollo de habilidades morales o sociales. Las escuelas de negocios de todo el mundo han sido cuestionadas por formar profesionales que luego lideran organizaciones sin sensibilidad frente a los problemas sociales.
¿Por qué es importante medir el impacto en una obra como Fe y Alegría?
Organizaciones como Fe y Alegría, con una misión social profunda y clara, deben medir su impacto por dos razones esenciales. En primer lugar, porque es la mejor manera de evaluar de forma continua si sus acciones están alineadas con su propósito. En segundo lugar, porque deben rendir cuentas a donantes, aliados y comunidades, demostrando que su trabajo se corresponde con los objetivos que declaran. Medir, en última instancia, es un ejercicio de coherencia y responsabilidad institucional.
Usted ha acompañado a Fe y Alegría en este camino. ¿Podría recordarnos brevemente los principales resultados de la investigación de impacto que lideró hace unos años?
En un estudio anterior, analizamos el impacto de Fe y Alegría desde una perspectiva cualitativa, buscando respuestas a preguntas como: ¿Cómo ha cambiado FyA la vida de las personas? ¿Qué valores promueve? ¿Cómo se integra y actúa dentro de las comunidades?
Los resultados muestran que el impacto de FyA va mucho más allá de la enseñanza formal. No solo facilita que estudiantes de contextos vulnerables culminen sus estudios, sino que promueve proyectos que les ayudan a desarrollar habilidades sociales y éticas alineadas con la misión de FyA. Así, contribuye a superar formas de pobreza que exceden lo económico.
Lo que más me impresionó fue el profundo arraigo de FyA en cada comunidad local. Fe y Alegría no es solo una red educativa: es una presencia activa, una voz reconocida por el Estado, por las autoridades locales y por las familias. Ese nivel de conexión es, para mí, la forma más auténtica de impacto social. Aunque no siempre se pueda medir, ser parte viva de una comunidad es el mayor signo de transformación.
Actualmente está investigando el impacto de la Iniciativa de Juventudes. ¿Qué puede compartirnos sobre este nuevo proceso?
En este momento estamos analizando el impacto de la Iniciativa de Juventudes, y aunque es pronto para sacar conclusiones definitivas, hay algo que ya puedo afirmar: el proyecto ha cambiado vidas. El enfoque de esta investigación es cualitativo, con relatos profundos recogidos a través de grupos focales y entrevistas personales. Es impresionante ver cómo muchas personas encontraron un propósito o una vocación gracias a esta iniciativa. El caso de jóvenes artistas que descubrieron su talento y su camino vital es solo uno de los muchos ejemplos.
¿Qué efectos concretos deberían tener estas mediciones en Fe y Alegría? ¿Deberían ayudarnos a cambiar estrategias, introducir innovaciones? ¿Qué pistas nos da su utilidad?
Medir el impacto no solo sirve para rendir cuentas. También transforma a la propia organización. Los resultados de una medición bien hecha generan ajustes en la gestión interna, las estrategias, los procesos de evaluación y los sistemas de mejora continua.
Existe la creencia de que medir el impacto es una exigencia externa. Pero la verdad es que su mayor efecto es interno. Ayuda a la organización a revisar, aprender, innovar y alinearse aún más con su misión. Por eso, en una institución como Fe y Alegría, el enfoque cualitativo no es solo válido, sino profundamente necesario para capturar lo que realmente importa: la transformación humana y social.