Hemos repetido otro año difícil a nivel personal, familiar y profesional que nos obligó a cambiar maneras de convivir, de trabajar y de relacionarnos con nuestros niños/as, adolescentes y jóvenes; nos obligó a seguir cambiando prioridades, maneras de proceder, lugares de trabajo en alternancia y las maneras de organizarnos para responder a nuestro compromiso misional.